La perturbación causada por el coronavirus ha llevado a las cadenas mundiales de suministro a replantearse las estrategias del mercado globalizado. Antes de la pandemia, los productores chinos solían ser la primera opción, y la cuota de China en el PIB mundial se situaba en el 20%. Cuando Covid-19 golpeó China, sus fábricas cerraron. Muchos otros países tuvieron que hacer frente además al cierre de los puertos locales.
El efecto dominó sin precedentes en la cadena de suministro mundial se dejó sentir muy poco después.
El efecto COVID-19 en el suministro de productos farmacéuticos y EPI
La interrupción del suministro de medicamentos en Estados Unidos se vio gravemente afectada por el cierre de fábricas de muchos de los fabricantes farmacéuticos con sede en China. El problema era doble: la fabricación china se vio obviamente interrumpida, pero también se produjo una redistribución de los suministros de medicamentos para combatir la pandemia localmente en lugar de exportarlos internacionalmente. El verdadero problema aquí es que la mayoría de nosotros no nos dimos cuenta de que la mayoría de los productos farmacéuticos, mascarillas y equipos de protección individual (EPI) del mundo se fabricaban en China antes de la COVID-19.
No es la primera vez que grandes acontecimientos mundiales interrumpen las cadenas de suministro y no será la última, pero ninguno se ha acercado a los estragos que ha desencadenado la pandemia COVID-19. El tsunami de 2011 en Japón afectó a la fabricación de automóviles, mientras que las inundaciones de 2011 en Tailandia afectaron al suministro de semiconductores, y la erupción volcánica de 2010 en Islandia afectó a los suministros hacia y desde el resto de Europa.
La preferencia por las cadenas de suministro localizadas
Las cadenas de suministro mundiales son excesivamente complejas y pueden llevar a las organizaciones por el camino de un mayor riesgo y vulnerabilidad. La deslocalización, una tendencia reciente, es la «vuelta a casa» de la fabricación en el extranjero. Puede crear una cadena de suministro localizada más fuerte, pero lo más probable es que aumente los costes de fabricación y, en última instancia, cree precios más altos para los consumidores, pero trae consigo una serie de beneficios materiales. Al restablecer los fabricantes locales e incorporar estas pequeñas empresas locales a su cadena de suministro, estará ayudando a aportar un alivio financiero muy necesario a su economía regional y nacional, aumentar los ingresos fiscales e impulsar el mercado laboral.
Además, se reduciría el impacto medioambiental de la cadena de suministro localizada, ya que la huella de carbono de los productos que deben transportarse largas distancias sería mucho menor. Unas redes de suministro más estrechas también podrían dar lugar a una mayor calidad de los productos y a una mejor aplicación de las normas de los proveedores.
Las cadenas de suministro localizadas requerirían obviamente un replanteamiento completo del modelo corporativo preferido de utilizar proveedores de bajo coste, pero creo que la pandemia COVID-19 ha ilustrado muchos de los puntos débiles de este modelo a los que se ha restado importancia anteriormente. Es importante señalar que unas cadenas de suministro regionalizadas y diversas protegerían mejor contra las perturbaciones regionales o mundiales en el futuro, posiblemente causadas incluso por las previstas segunda o tercera oleadas de la pandemia de coronavirus, como ocurrió con la gripe española en 1918.
Siempre va a existir la necesidad de que determinados bienes y materias primas se fabriquen y transporten a escala mundial, como los automóviles, los electrodomésticos, el petróleo, el uranio, el mineral de hierro y el carbón. Pero, en última instancia, unas cadenas de suministro más localizadas, especialmente en industrias esenciales como la farmacéutica y la de los EPI, podrían proporcionar seguridad a nuestro Gobierno y a nuestros fabricantes locales, además de redundar en beneficios medioambientales y mejorar la calidad de los productos, lo que aumentaría nuestra capacidad de resistencia en estos tiempos de incertidumbre mundial.
Cambio de estrategia en la cadena de suministro
Uno de los efectos más positivos y duraderos de la pandemia COVID-19 va a ser la transformación de la comprensión de las cadenas de suministro. He oído decir a los fabricantes que la pandemia ha servido de catalizador para replantearse sus estrategias de suministro y gestión de inventarios a fin de subsanar las vulnerabilidades que esta pandemia ha puesto de manifiesto en sus cadenas de suministro.
Sin embargo, a medida que las cosas evolucionen en respuesta a la pandemia, los fabricantes se verán sometidos a una presión cada vez mayor para dar prioridad a la digitalización de la cadena de suministro con el fin de mejorar la entrega sin dejar de ser competitivos. Lo que ha puesto de manifiesto COVID-19 es que, aunque muchos fabricantes pueden seguir de cerca a sus proveedores de primer nivel, muchos desconocen el alcance total de sus complejas cadenas de suministro mundiales.
Aquellos fabricantes que ya han implantado tecnologías digitales en la cadena de suministro cosecharán ahora importantes recompensas, en términos de capacidad para prever problemas en su cadena de suministro que les permitieron cambiar rápidamente sus proveedores lejos de China. Y los más precavidos se quedaron atrás, por lo que antes podría haberse considerado una toma de decisiones juiciosa y de bajo riesgo.
Vamos a asistir a cambios significativos a medida que la producción y el abastecimiento se acerquen a los consumidores y las empresas localicen o regionalicen sus cadenas de suministro mundiales. En lugar de dispersar su fabricación por todo el mundo al denominador común más barato, la regionalización va a ser una opción más viable y las organizaciones locales de Australasia y la ASEAN se beneficiarán sin duda de producir bienes más cerca de casa.
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